lunes, 20 de diciembre de 2010

Muerte de una Tarde Inesperada



De aquella tarde
sólo queda el rastro de una imagen
dulce y deleitable
muerte que tarda
llanto inconsolable.


El silencio del misterio
en cuestión de segundos
puede corazones herir,
error de palabras bellas
antes de morir.


Vaguedad de pupilas
maldición de instantes eternos
palabras efímeras
tristeza inesperada y maloliente
maldita tarde resplandeciente.


Aquella tarde
hoy se ha convertido
en maldición que alcanza
la voz helada del rosal en invierno
dolor en sombra
inútil esperanza.

Culpable soy por deslizar mis dedos
por las venas muertas de tu corazón
el canto alegre de la belleza
calló a gritos mi esperanza
y mi razón.


Para poder siquiera tener
aquella tarde nuevamente
necesitaríamos años luz de ternura
cómo ésta ternura incandescente.


por: Sandy Juarez De Isaac

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