Debo haber mirado el mar,
una o dos eternidades
y con pies ligeros(los de Aquiles),
recorria la orilla en un minuto.
Quisiera contar la arena,
con la ayuda de la brisa, seguro terminaría en dos segundos.
Aun son las nueve,
debo apurarme porque van a ser las doce
y el espejo circular de la pared de la sala
Anacronicamente falso, este reloj ha avanzado
y no dá cuenta, aún, de sus secretos.
Caminando, le he pedido ya desde hace unos siglos,
que me entregue en fealdad mi espiritu humano.
Jamás vi tiempo más errado,
ni realida tan ficticia.
Disculpen que les quite lo que ustedes llaman tiempo;
pero el reloj ya dio las doce o quizá las trece,
en fin, el tiempo ya no importa en mi vida.
Por: Ángel Flores
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