sábado, 27 de noviembre de 2010

Para que...


Para que mi ser hable
no es suficiente un par de cuerdas.
No soy trapecista de mis temores;
prefiero el vértigo de vivir en el silencio,
o morir cada mañana
ahogado en la Venecia de mi espíritu,
con góndolas metafísicas
bailando al filo de la filosofía.

Dentro de mí se estremece
el último despojo de firmeza.
Mi máscara se confunde
con el crepitante abrazo
de las apagadas noches de verano,
su leve destello se va perdiendo
entre bosques lunares
y bruscos manojos de nostalgia.

Mientras mis palabras se retuercen
bajo la sombra de una mísera convulsión existencial.

Por: Amós León

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